EL PREDICAMENTO
PERFECCIONISTA:
Ser demasiado bueno ¿Qué hay de malo en ello?
Lic. Mariela Vergara Panzeri
Uno de los problemas más comunes y más destructivos que enfrentan muchos
chicos talentosos es el perfeccionismo. Ellos se conducen a sí mismos (y a
otros alrededor de ellos) hacia la búsqueda del logro de alguna versión ideal
del "éxito".
Empecemos por describir cuales son algunas características generales de una
persona perfeccionista, siempre teniendo en cuenta que todo ser humano es
único e irrepetible y atraviesa su propia circunstancia, para luego
adentrarnos en cómo se da en los niños talentosos y cómo podemos hacer para
ayudarlos.
Una persona perfeccionista es aquella que:
- oscila entre una autoimagen inadecuada y un manejo compulsivo que apunta a
la realización del ideal superior.
- Pone excesivas demandas en sí mismo y en los otros.
- Insiste en determinar que todo es bueno o malo, totalmente negro o
totalmente blanco, particularmente aquellas situaciones que tienen que ver
con asuntos morales. No acepta grados o matices de grises.
- Su mente está demasiado saturada y corre a su alrededor un pensamiento
obsesivo- usualmente alguna clase de inseguridad.
- En general, sufren de insomnio, y éste se establece debido a los problemas
irresueltos. En realidad son los mismos problemas que para la gente normal
pueden esperar. El perfeccionista no puede esperar encontrar un momento más
apropiado para solucionarlos, debe ocuparse ya de ellos.
- Insiste en dar un orden exacto a casi todo: ropa, notas, etc. Cualquier
desorden es considerado un signo mortal de abierta negligencia.
- No puede afrontar tener un desempeño promedio, como el resto de las
personas, porque asocia "ser promedio" con fracaso.
- Está casi totalmente vuelto hacia sí mismo y comparte sus logros con los
demás sólo cuando eso le dará gloria, por ej: obtener la aprobación de otro.
- Funciona en los extremos. Se regocija con su éxito, o se deprime con sus
fracasos.
- El perfeccionista debe tener todas las respuestas y sus opiniones deben ser
absolutamente correctas e inmutables.
- Cuando se trata de superar este síndrome perfeccionista, aquel que lo
padece puede caer aún más profundamente en la trampa del perfeccionismo,
sintiendo que debe liberarse de este defecto de carácter, completamente e
inmediatamente.
El principio del perfeccionismo es muy sutil porque la premisa es:
"después de todo, yo sólo estoy tratando de hacer un buen trabajo."
¿Qué
es tan malo acerca del perfeccionismo?
Para empezar, aquellos que lo padecen piensan que tienen que ser perfectos,
de este modo paradójicamente no les gusta tratar o intentar nuevas
experiencias, porque en todo intento se arriesgan a dejar de ser perfectos.
Por lo tanto, terminan limitando sus propias opciones, simplemente para estar
seguros que nada pueda ocurrir que revele sus defectos o imperfecciones.
En el caso de los niños cuando hay una enorme brecha entre el ideal y lo que
el chico ve que es capaz de, algunas veces simplemente abandona porque el
intentar algo nuevo puede significar caer en el fracaso. Entonces, puede
decir que no lo intentó o no trató y esto lo tranquiliza más. De esta manera,
éste niño se siente imposibilitado a realizar más de una simple fracción de
lo que debería o podría realmente hacer. El perfeccionismo explica incluso
algún caso de bajo rendimiento escolar.
Un problema que se ve en niños de altas habilidades, especialmente mayores
que han sido catalogados como de "bajas realizaciones" es la falta
de habilidad para postergar gratificaciones. Aquellos niños que son muy
brillantes consiguen acostumbrarse al éxito. Como muchas cosas les vienen
fácilmente es tentador ignorar y evitar aquello que no lo es. Pero esto puede
ocurrir sólo durante unos años hasta que la adquisición de conocimientos se
torna más compleja. En ese mismo momento los otros chicos comunes de su misma
edad ya tienen un historial de esfuerzos para no quedarse atrás, mientras que
algunos niños gifted recién atraviesan por primera vez una prueba real. Así,
enfrentados a estímulos de diferentes tipos: trabajos en la escuela, la
necesidad de superar una materia, adquirir una destreza, etc. prefieren tomar
la actitud de no intentar. Y comienzan a manifestar los síntomas de un
síndrome de bajo rendimiento. No tienen conocimiento de lo que es persistir
obstinadamente para lograr algo. Por todo esto, es fundamental que a los
niños talentosos se les enseñe que el aprendizaje por su naturaleza, implica
tomar riesgos.
Un camino para eludir este escenario es enseñar a postergar gratificaciones
tan pronto como sea posible, por ejemplo: cuando una tarea parece demasiado
extensa para un niño, es importante ayudarlo interrumpiendo la tarea por
etapas. Poner especial atención para que cada etapa sea realizada o
estructurada conteniendo algunas actividades en las cuales su niño tenga
siempre éxito, y otras que sean un poco más complejas para que pueda empezar
ya desde pequeño a manejar la frustración. Como el objetivo es presentarle un
desafío no generarle del vamos una frustración, cuando el niño muestre signos
de fatiga o desánimo se puede intervenir.
Otra forma podría ser incentivarlo para que se anime a planear por adelantado
lo que va a hacer y ceñirse a sus planes. No es necesario que arme un vasto
plan sino comenzar por un plan pequeño y por una espera corta para ponerlo en
práctica. Por ej: a un niño de 3 años se le puede dar varias opciones para
que diga lo que quiere hacer después de la siesta.
Pero,
¿dónde está realmente el problema?
Interesantemente y significativamente, muchos niños perfeccionistas tienen
como mínimo un padre perfeccionista. Sus padres pueden compartir otras
características, como fijarse metas no realistas, o ser demasiado críticos.
Pueden hacer demasiado por sus niños significando que estos no pueden hacer cualquier
cosa correcta. Pueden no ser capaces de gozar sus propias realizaciones. Aquí
está unas de las raíces del problema.
Otra de las raíces del problema está en la confusión de las propias
habilidades con el propio valor y así los niños se definen en términos de sus
realizaciones y no en términos de lo que son. Llegan a ser perfeccionistas,
prisioneros de sus propios éxitos para quienes nada, pero lo mejor es
bastante bueno. Viven en permanente miedo de cometer un error. A menudo son
incapaces de distinguir entre el tiempo en el cual es apropiado dar todo de
ellos y el tiempo en el cual es derroche de energía emocional. Aunque ésta es
una faceta de personalidad más que de habilidad, está estrechamente vinculada
a lo último. Individuos exitosos - a quienes la sociedad muy a menudo
describe como gifted- son ciertamente guiados a triunfar. Pero mientras el
guiar puede ser una fuerza positiva, también puede dirigirse hacia el
perfeccionismo, en el cual se pueden encontrar situaciones con stress
psíquico y problemas emocionales. De todos modos parece que algunos
individuos son más propensos a esta conducta que otros.
Es importante que la familia de un niño talentoso, esté advertida y se
prepare para enfrentar una situación de este tipo, a través del diálogo entre
los padres acerca de las cosas en las que pueden estar equivocados y acerca
de las mejores maneras en las que pueden responder. Los padres de niños
propensos a ser perfeccionistas deberían también ser cuidadosos de no
formular demasiadas alabanzas. La alabanza parece ser tan universalmente una
cosa positiva, que los padres muchas veces se olvidan que esto puede provocar
respuestas saludables y otras no saludables. Con niños gifted, niños que
hacen cosas tempranamente y bien, es muy fácil caer dentro de un modelo de
alabanza que agrava sus tendencias perfeccionistas.
Es perfectamente aceptable premiar el logro de un niño pero también lo es no
ir demasiado lejos. Los chicos que están continuamente elogiados llegan a
creer que lo que hacen es más valioso que quiénes son. Y si lo que ellos
hacen, hace que sus padres los quieran, entonces se van a asegurar de que
cada cosa que hagan sea valiosa para tener su amor.
Los padres deberían elogiar los esfuerzos de sus hijos así como también sus
éxitos. Por ejemplo, cuando manejan el fracaso apropiadamente también merece
felicitaciones. Por otro lado, los elogios deberían darse, también por cosas
que no tienen nada que ver con las habilidades: abstenerse de golpear a su
hermana aún cuando ella se lo merezca; compartir una pelota con un amigo
quien le tiró la suya; jugar con el perro cuando éste necesita ejercicio -
todos son actos justos de elogios.
Y retomando el tema de los padres, aquellos padres perfeccionistas de niños
perfeccionistas deberían aprender a relajar sus expectativas. Ellos necesitan
darse a sí mismos permiso para ser, a veces, término medio y extender este
privilegio a sus hijos. Los niños brillantes necesitan, con frecuencia, ser
guiados. Para educar y guiar a un niño talentoso es fundamental tener en
cuenta la dimensión afectiva.
Me gustaría terminar el artículo con una frase de una persona que trabaja
diariamente con niños talentosos, tratando de entender sus necesidades
sociales y emocionales.
"Su visión del mundo, su visión de ellos mismos, y otras cualidades
(como el perfeccionismo y la sensibilidad) los colocan aparte de sus pares y
su familia - los pone en problemas en la escuela…Para mantenerlos en la
escuela y ayudarlos a madurar emocionalmente tanto como intelectualmente,
debemos poner también el acento en sus necesidades afectivas". Judy
Galbraith - 1985
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