LIMITES: ES UNA
MALA PALABRA?
Lic. Mariela Vergara Panzeri Marzo 1997
La palabra disciplina está cargada emocionalmente y frecuentemente se asocia
con autoritarismo, castigo o coerción. Sin embargo, dista mucho de ser lo
mismo. Disciplina significa enseñar al niño a lograr el control sobre sí
mismo a través de la incorporación de valores y reglas en su vida para poder
así interactuar responsablemente con otros, de un modo que sea mutuamente
satisfactorio y predecible.
La disciplina tiene como objetivo que cada niño a medida que crece aprenda a
desplegar una conducta que sea satisfactoria para sí mismo y en su relación
con los otros, mientras que en el autoritarismo y el castigo se apunta a que
el niño acepte una dirección impuesta desde afuera. Una pregunta que los
padres se hacen frecuentemente es: ¿Cómo puedo lograr que mi hijo sea un niño
independiente e imponer disciplina al mismo tiempo? Los factores principales
para que un niño se desarrolle sano emocionalmente son básicos: un niño debe
saber que es amado y debe conocer las reglas del juego. La disciplina juega
un rol importante en ambas de estas reas: el amor es algo que asiduamente es
tomado como un hecho. Ante la pregunta, un padre responde: "por supuesto
amo a mi hijo". Sin embargo, no es suficiente. No debemos esperar que
nuestra actitud de amor sea simplemente conocida por el niño. Los niños
necesitan sentir que el amor parental es demostrado, cuanto m s, mejor. Por
supuesto, la demostración debe ser apropiada a su edad evolutiva. En esta
tarea, un factor muy relevante es pasar tiempo con nuestros hijos. Si bien la
cantidad es importante, la calidad también lo es. Si nuestro tiempo no est
del todo disponible sería muy positivo dedicarles poco pero de buena calidad.
Esto significa que en esos momentos les dediquemos por completo nuestros
sentidos a lo que el niño quiere compartir con nosotros (juegos, charlas,
demostraciones, etc.)
En el trato diario con nuestros hijos, otra forma de demostrarles amor es ir
más allá del simple " Hoy te portaste bien" e indicarles cuáles han
sido aquellas cosas en las que estuvo bien por ej: "¡Qué‚ bien la
forma en que hoy jugaste y compartiste tus juguetes con Francisco!",
"Tu habitación quedó muy ordenada, te felicito". Esto los ayuda a
elevar su autoestima. A medida que el niño crece otras demostraciones de amor
parental deberían sumarse: la responsabilidad. Dándole responsabilidad a un
niño se le muestra que es competente ante los ojos de sus padres. Es
fundamental que la responsabilidad otorgada sea adecuada a la edad del niño.
Un niño de 5 años es perfectamente capaz de tender la mesa o decidir si se
pone la remera roja o la azul. El mismo niño no es capaz de decidir qué
constituye una dieta balanceada o si su familia debería o no viajar a visitar
a la abuela.
Darle al niño responsabilidades a su medida ayuda a desarrollar un sentido de
competencia y de buen desenvolvimiento. Darle a un niño responsabilidades que
corresponden a adultos lo conducen a un sentimiento de inseguridad y a
conductas inapropiadas. Los niños necesitan saber que el mundo es un lugar
ordenado con un cierto grado de predicción en él. Ellos dependen de sus
padres para ver éste orden. Cuando los padres no cumplen con su rol su visión
del mundo se transforma en caótica y puede adaptarse mal. Otra forma de
demostrales amor es: mostrar respeto por sus ideas. Es fundamental rescatar
un tiempo para la conversación familiar donde el niño pueda expresar sus
pensamientos, sentimientos y opiniones y sentirse valorado por ellos. La cena
es un lugar que tradicionalmente se ha establecido para estas conversaciones
porque todos los miembros de la familia están presentes y es una atmósfera
propicia para la charla. Lamentablemente la cena como lugar de encuentro se
ha perdido paulatinamente, siendo reemplazada la conversación por la
televisión. Este es una espacio familiar que sería fundamental recuperar. Al
mismo tiempo, es importante que se le enseñe al niño que no todas las
conversaciones que mantienen los adultos están abiertas a sus oídos (aquellas
que tienen lugar fuera de la reunión) por ej: es una cuestión de cortesía no
interrumpir en la conversación de otros, aunque sean las de sus propios
padres.
Con respecto al conocimiento de las reglas del juego: una regla parental
importante de disciplina incluye el aprendizaje de los límites y la
estructuración de las elecciones de los niños. Si tomamos el ejemplo previo,
muy común por cierto, de la elección de la remera roja o azul los padres
deberían definir el rango de elección: el niño puede elegir entre estilo y
color, previa selección por parte de los padres de un grupo de remeras
apropiadas para la ocasión. Algo similar ocurre con la hora de dormir. Al
niño se le puede dar a elegir entre bañarse antes o después de su programa
favorito, qué historia leer para dormirse, incluso puede decidir entre dormir
y permanecer despierto, pero en cama y con las luces apagadas a una hora
específica.
Los niños, por supuesto, prueban los límites, se lamentan por tenerlos que
cumplir, prueban nuestra paciencia, esto es natural, est en su naturaleza
rebelarse, pero a pesar de sus protestas los niños se sienten m s seguros y
contentos cuando sus padres tienen la autoridad final. Reforzar reglas es lo
que se quiere significar cuando se habla de disciplina. La mejor manera de
reforzar una regla es a través de sus consecuencias. Una forma mucho m s
simple de expresar esto es la frase que utiliza Becker en su libro "Los
padres son maestros" (Parents are Teachers) "Tu haces lo que yo
quiero que hagas, antes de que tu puedas hacer lo que tu quieres hacer"
Esto significa: deber s recoger los juguetes antes de ver televisión",
"Deber s hacer los deberes antes de ir de visita a la casa de tu
amigo". Becker denomina a esta regla como "la regla de la abuela"
y además menciona otras reglas principales donde lo que se prioriza es el
sentido común:
1- Una regla es una regla => si uno le pregunta a un niño de 5 años si se
puede cambiar una regla de un juego, el niño nos emitir un rotundo no. Si uno
se doblega ante la insistencia de su hijo, muchas cosas quedan implícitas:
las reglas pueden ser rotas, "si insisto e insisto voy a conseguir lo
que quiero" y los padres ya no están a cargo de la situación.
2- Elegir las batallas => cuando uno decide marcar un límite, tiene que
estar seguro que sea adecuado y justo. Es apropiado pedirle a un niño de 4
años que no está en la calle o a uno de 13 que está en casa a una hora
razonable. Por otro lado, no es apropiado pedirle a un niño de 4 años que no
se ensucie, o a uno de 13 que se vista de acuerdo al gusto de sus padres.
3- Lugar y tiempo para la discusión => es importante permitirle a los
chicos un espacio para cuestionar las reglas. Pero, las negociaciones
deberían tener lugar dónde y cuándo prevalezca la calma y la razón. Esto
significa que no se puede renegociar una regla cuando su hijo est con un pie
en la puerta de calle.
4- Permitámosles actuar de acuerdo a su edad => No debemos empujar a
nuestros hijos a ser adultos en miniatura. Permitámosle ser lo que son:
niños.
El mensaje que pretendo humildemente trasmitirles, primero como madre y luego
como psicóloga, es que como padres deberíamos cumplir nuestro rol. Los niños
necesitan amor, respeto y una base segura. La palabra disciplina no es una
mala palabra, por el contrario, tiene que ver con un desarrollo
psico-emocional sano, con una alta autoestima, con un buen juicio moral y con
la construcción de buenos hábitos de trabajo. Marcar límites y hacerlos
respetar es amar a nuestros hijos.
Artículo publicado en
la revista "EDUCAR HOY" Año 1 Número 5 Abril de 1997

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