" A VECES ME SIENTO INTIMIDADO POR MI PROPIO HIJO"
María Cristina Gazzola  - 
Madre de talentosos

Fundadora de la Asociación de Padres Apoyo a la Creatividad y el Talento.  Directora de Educar Hoy

            No es fácil para nuestro propio ego tener un hijo que conoce más que nosotros mismos acerca de ciertos temas y tampoco es muy agradable pensar que en muchas oportunidades ni siquiera tenemos la respuesta necesaria.

Ninguno de nosotros desea que su hijo lo mire con desilusión cuando nos vemos obligados a contestar “no lo se” ante preguntas sobre electricidad, plomería del baño, la naturaleza de Dios, la guerra, la mente, la ingeniería de un motor, etc.

            Esta falta de respuestas nos llena de temor porque nos preguntamos: “¿y ahora con qué nos va a salir? ¡Dios mío! ¡Qué susto, preguntas imprevistas 20 o 30 veces por día!” Parecen insaciables.       Sobre todo si nos preguntan del Bien y del Mal, de Platón y Aristóteles, de los niños que mueren.

No sabemos cómo salir del paso, porque algunos temas ni nosotros, los adultos, los tenemos en claro y eso nos produce una gran angustia. Nuestros hijos, a menudos nos intimidan, es verdad.

Creo que es una situación que permanentemente deben afrontar los padres de niños talentosos, quienes , si leen estas líneas, me van a dar la razón. Además, estos hechos y relatos los escucho de centenares de padres que conversan conmigo. Sus quejas son siempres éstas:”No sé qué decirles”, “¡Qué le parece lo que me preguntó?”, “¿Qué le contesto?”, “Me dejó atónito con lo que me propuso”. Y la reflexión siguiente e inevitable es “¿Qué hago’”, y a esto se agrega: “No sé cómo manejar la situación”.

Y con cuestionamientos tales podría escribir páginas acerca de las inquietudes de los padres preocupados por las reflexions de sus pequeños.

Estos chicos son así, y ésta es una de sus características: no paran de preguntar, son una fuente insaciable de conocimiento y eso nos deja agotados, de tal modo que cuando se van a dormir para todos resulta un alivio.

Padres: recordemos que su niño consiguió sus habilidades de algún lugar, sus genes familiares comunes o el medio ambiente o la combinación de los dos.

Pero téngalo en cuenta: no siempre es necesario que usted sepa más que su niño.

Generalmente aconsejo echar mano a una buena enciclopedia y, en una aventura fascinante de investigación, compartir juntos la búsqueda de los conocimientos que a él tanto le interesan.

No nos asustemos ante algunas preguntas profundas como la muerte, la guerra, Dios y el hombre, que a ellos les provocan mucha angustia. Ellos  deben ver en nosotros tranquilidad, para trasmitirles seguridad, ya que esto es importante en ese momento, y de este modo poder ayudarlos a disminuir su nivel de ansiedad (o angustia).

Es fundamental tener un buen diálogo con nuestros niños, para que en un futuro puedan confiar en nosotros sus problemas personales.

Con criterio y sentido común, que nos sobran a los padres de niños talentosos, podemos ayudarlos. Pero, cuidado, nunca les debemos mentir, pues son muy rápidos y lúcidos para darse cuenta de nuestro engaño y , si lo comprueban, van perdiendo para siempre el respeto hacia nosotros.

Recordemos que la sabiduría toma años para acumularse, y años son los que siempre tendremos más que nuestro niño.

 

 Este artículo fue publicado por la Revista   EDUCAR  HOY  en Marzo de 1998 cuando María Cristina Gazzola  era Directora de dicha publicación mensual.

 



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